lunes, 31 de enero de 2011

La Leyenda del Rey Arturo. Parte I


La Leyenda del Rey Arturo tiene muchas visiones e interpretaciones…. Iré transmitiendo la leyenda que me ha llegado… la cual dejo abierta a discusiones con todos los seguidores que quieran hacerlo.
Comenzamos con la historia de Uther Pendragon, otrota Rey de gran parte de lo que se conoce hoy como Gran Bretaña. Uther llevaba muchos años de lucha con su vecino, el duque de Cornwall. Lo extenso de su discordia los llevó a decidir la necesidad de establecer la paz entre ambos territorios  Para ello invitó al duque y a su señora esposa a su castillo, pero cuando Uther conoció a la duquesa Ingraine quedó totalmente enamorado de ella.
 Al darse cuenta de esta situación, la duquesa le pidió a su marido retirarse inmediatamente del castillo y regresar a sus territorios. El duque así lo hizo y como consecuencia se reinició la guerra.  El amor de Uther por la duquesa era tan grande que se enfermó y buscó la ayuda de Merlín, el mago de la corte. (Del cual ya contamos parte de su leyenda, la que figura como nota en el grupo Espíritu Celta -en Facebook- y en el Blog de Ciman).
Merlín trató de persuadirlo pero Arturo le pidió solo una noche con su amada. Merlín se tomó un tiempo para meditar la solución a este enorme problema de Estado pues la enfermedad de soberano ponía en riesgo todo el reino.
La solución que encontró Merlín no era muy sencilla pero si la única posible. Citó al rey y le explicó su plan, pero le comunicó que si sus actos tenían consecuencias tendría derecho de subsanar los errores como él mismo lo considerara. Uther  aceptó sin condiciones e inmediatamente dispuso sus tropas para ir al encuentro de su amada, atacando su castillo durante una noche extremadamente neblinosa. Cornwall partió al encuentro de su enemigo a fin de defender su castillo. Una vez fuera Merlín puso en práctica sus dotes de eximio Mago y cambió la apariencia de Uther  quien tomó el aspecto de Cornwall.
Así, convertido, en la imagen de su enemigo, se acercó entre la niebla y sorteando todos los escollos a su paso se filtró, como un espectro, en la alcoba de su amada, la bella Ingraine. Esta al verle se arrojó a los brazos de su “esposo” quien le informó que habían derrotado a Arturo y estaban libres de él. Festejaron la buena nueva con una noche de ardiente amor. Una vez finalizada su noche, Ingraine supo que había sido engañada por Arturo quien volvió a su apariencia verdadera. La bella mujer supo además que su esposo había muerto en la batalla y en poco tiempo más tuvo conocimiento que esperaba un hijo del mismísimo Rey.
Ante lo sucedido y en vistas a que el príncipe por nacer sufriría las consecuencias de los hechos de su padre, Merlín hizo uso del juramento de Uther y se presentó ante Ingraine. Le indicó que el niño en su vientre debía serle entregado ni bien naciera y que de esta forma él cuidaría de ella y del niño de por vida. La bella dama accedió y así sucedieron los hechos al momento del parto. Merlín tomó al recién nacido y lo entregó en secreto a Sir Héctor, un noble de la corte, quien no tenía conocimiento del origen de la criatura. El infante fue bautizado con el nombre de Arturo. 
Cuando Arturo contaba con dos años su padre, Uther, murió. El reinó entró entonces en una etapa de anarquía casi incontrolable porque no había heredero directo. Un buen día Merlín reunido con el arzobispo de Canterbury le dijo a los nobles de la corte que la sucesión del trono se  resolvería a través de un milagro divino. El milagro no se hizo esperar, y en el cementerio próximo a la iglesia apareció una espada  maravillosa  encajada en una piedra. En la piedra había una  inscripción: "quien pueda desencajarme de esta piedra será Rey de toda Bretaña por derecho de nacimiento". Ante este milagro todos los nobles  intentaron sacar la espada, sin ningún resultado. 

CIMAN - 31-01-11

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